Hace un par de días en televisión dieron una de mis películas favoritas: “El show de Truman” una película protagonizada por Jim Carrey en uno de sus mejores papeles y dirigida por Peter Weir y con guión de Andrew Niccol uno de los grandes guionistas del momento.
Es sin duda una de las mejores películas de ciencia-ficción social de la última década, lejos de naves espaciales y mundos extraterrestres lejanos y extraños; el show de Truman atrapa al espectador para introducirlo en la peor pesadilla que pueda sufrir una persona, que aunque muchos dicen que es la libertad, para mi es perder la condición de humanidad, algo mucho peor.
Truman se convierte en un producto, en este caso el producto es un programa televisivo donde Truman es el protagonista desde que nace, perdiendo la libertad de escoger, perdiendo la privacidad y convirtiendo su vida en una mentida de punta a punta, en un castillo de marionetas donde su mujer, su mejor amigo e incluso su padre son actores profesionales que nos venden productos mientras pasan la vida cotidiana con Truman.
Pero a diferencia de los LifeTime actuales donde los concursantes venden su vida por un precio haciendo lo que haga falta y todo se hace de mutuo acuerdo entre espectadores, concursantes y el establishment del medio : cadenas de televisión, productores, publicistas y presentadores de prestigio, el caso del show de Truman es terrible porque el protagonista, que no concursante, no tiene capacidad de elegir su destino su vida ha sido programada para servir ha dicho programa y no tiene sentido fuera de ella tiene falta de libertad pero no es consciente de ello.
Para mi que soy de los que les gusta imaginarse el: ‘¿Que pasó luego?’ la escena final aunque emotiva y que parece acabar bien es enormemente cruel porque: ¿que le pasa a Truman cuando sale del gran plato de su programa, cuando consigue huir de su vida?
¿Puede un animal que ha pasado su vida en una jaula sobrevivir en un entorno natural? Yo creo que Truman lo intentaría; intentaría sobrevivir, pero sucumbiría a la presión del entorno, a tener un trabajo de verdad, a tener una vida de verdad, y seguiría siendo observado por un público necesitado de él y sería probablemente timado, engañado mil veces y al final aceptaría volver a un plató de televisión para ganar algo de dinero y luego agobiado por la presión continuada de los medios de comunicación, de la gente en la calle, de no poder salir, en definitiva de no tener una vida privada, aceptaría volver al show de Truman, volvería a la ficción de su vida artificial pero esta vez el sabría lo que pasaba sabría que formaba parte de un engaño y el programa…. no funcionaría, perdería audiencia porque perdería lo que lo hacía único, el engaño del protagonista, la inocencia del personaje, el voyeurismo implícito, la perfección de una vida analizada sin la conveniencia de Truman.
Al final dejarían de emitir el show y Truman acabaría odiando el momento que decidió salir de su jaula de oro.
Esta reflexión, él no la puede hacer, no la puede hacer porque cuando decide irse del show desconoce el mundo donde vive, a lo mejor lo intuye pero tiene que irse, tiene que saber que hay fuera, tiene que probarlo, tiene la esperanza de tener una vida propia fuera de la visión de las cámaras.
Pero sino se hubiera marchado hubiera seguido con su vida plastificada, haciendo creer a todo el mundo que seguía siendo real y los espectadores seguirían aceptandolo en el programa. Pero él no podía saber que sus espectadores son voyeurs de su vida, y que tienen la moral del circo Romano, o les das sangre o les das humillación pero solo te dan su beneplácito si les dejas masticarte.
Sin duda una obra maestra del género que demuestra que con un guión bueno es fácil hacer una película llena de matices, de sentimiento, de terror sin hachazos y de esperanza, la esperanza que tiene Truman cuando se despide de los espectadores para enfrentarse a un mundo que lo va ha machacar.
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